domingo, 1 de abril de 2012

EL DERECHO DE LAS PERSONAS CIEGAS A CAMINAR SIN BARRERAS

Las veredas de la ciudad de Buenos Aires suelen presentar una gran cantidad de objetos que, lejos de llamar la atención de la mayoría de los transeúntes, ya forman parte del paisaje urbano. Motos estacionadas, sillas y mesas de bares y restaurantes, cajones de frutas y verduras, son algunos de los obstáculos que estorban el paso a cientos de peatones, que deben esquivarlos para seguir su camino.
Pero, ¿qué ocurre con las personas con dificultades visuales cuando se enfrentan con estas barreras? Para ellas la ocupación de las veredas y, en particular, de la zona que bordea la línea de edificación, no sólo genera molestias, sino que en algunos casos resulta riesgosa. Si bien las personas ciegas y con baja visión se desplazan por la calle con la ayuda de un bastón que les permite salvar los obstáculos que se encuentran delante de sus pies, no todos son detectados, por estar atravesados en el camino, fuera del radio que rastrean con el bastón.
En tanto, los toldos, los carteles metálicos, los andamios y todos aquellos elementos que se ubiquen por encima del suelo nunca podrán ser alcanzados por el bastón, pero sí por la cara o la cabeza de los transeúntes, lo que también implica un potencial peligro.
La zona comercial de Villa Devoto y Villa del Parque no son la excepción a esta costumbre. La mayoría de los locales gastronómicos que tienen mesas y sillas al aire libre las ubica al lado de la línea de edificación. A esto debe sumarse la gran cantidad de motos de envíos a domicilio que son estacionadas al lado de la pared, atravesadas y en doble fila.
Pero lo más significativo es que, en los días de invierno, muchos bares y restaurantes ocupan las veredas con grandes toldos que resultan muy útiles para el confort de los clientes, pero un verdadero problema para las personas con discapacidad visual, que no tienen forma de prever su presencia y esquivarlos.
La ley nacional de accesibilidad (ley 24.314) contempla en su artículo 20 que en las veredas “los pisos serán antideslizantes, sin resaltos ni aberturas que permitan el tropiezo de personas con bastones o sillas de ruedas”, y agrega: las señales de tráfico, semáforos, postes de iluminación y cualquier otro elemento vertical de señalización o de mobiliario urbano se dispondrán de forma que no constituyan obstáculos para los no videntes y para las personas que se desplacen en sillas de ruedas”. Es cierto que ni las motos, ni los toldos forman parte del mobiliario urbano, pero sí constituyen un obstáculo innecesario para las personas con discapacidad
El problema de la ocupación de las veredas no debería ser difícil de resolver, teniendo en cuenta que las personas con discapacidad visual se manejan siempre bordeando la pared, que les sirve como guía para mantener una línea recta. Por eso, no resulta imposible pensar que los obstáculos puedan ubicarse del lado más cercano a la calle, de manera que no dificulte el paso a las personas ciegas.
Aunque desde hace años comenzó a percibirse una creciente preocupación de la sociedad por los derechos de las personas con discapacidad, es preciso que se tomen medidas concretas que reviertan la situación: desde campañas informativas, hasta sanciones y multas. En definitiva, se requieren acciones que generen conciencia sobre este problema.


Por Andrea Grassia
Asesora del legislador porteño Adrián Camps
e integrante de la Biblioteca Argentina para Ciegos

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